Con la aparición de las redes sociales, la necesidad de contar con una página web personal o una página corporativa para tu negocio pareció ir diluyéndose. Al fin y al cabo las empresas podían poner toda su información en una página de Facebook y compartir contenido de forma rápida y ágil en Twitter. ¿Realmente era necesario contar con una página web?
A pesar de que esos argumentos parecían válidos, rápidamente fue evidente que Facebook no tenía ninguna intención de dar visibilidad a las páginas de empresa a no ser que le pagásemos por ello. Si queremos ser visibles en el mar de Facebook, tocaba pasar por caja.
No tan pronunciados, pero caminos similares han ido siguiendo nuestros perfiles sociales en Instagram, Twitter, canales de Youtube... Obtener visibilidad en cualquiera de estos vehículos se ha convertido en una batalla campal, en la que han aparecido nuevos expertos de posicionamiento que prometen resultados a cambio de volver a pasar por caja.
La evolución de las redes sociales
Para bien o para mal las redes sociales han dejado de ser un punto de conexión entre personas y empresas, donde se compartía información y se conocía el estado de los demás. La guerra por conseguir mayores tiempos de permanencia en las aplicaciones que atraiga a más anunciantes y con mayor poder inversor han convertido a esas redes y un lugar de desarrollo para expertos en generación de contenido.
Ya no vale con compartir nuestro día a día en las redes sociales. Hay que generar contenido específico para ellas, contenido que tienda a la viralidad, a compartirse, a provocar que los usuarios gasten su tiempo en visualizar ese contenido. Y muy poca gente está dispuesta a gastar su tiempo en conocer las nuevas publicaciones de un pequeño negocio de barrio que pretende ser reconocido en su entorno.
La necesidad de un lugar propio para nuestro contenido
Las redes sociales pueden seguir siendo un buen vehículo para promocionar nuestro contenido. Pero ese contenido no debería vivir en Facebook o en Twitter. Las redes sociales deben apuntar a nuestro propio depósito de contenido.
¿Y porqué? Por varios motivos. El primero es que no queremos que nuestros lectores pasen su tiempo en la red social que monetiza sus visualizaciones. Necesitamos atraerlos a nuestro terreno y que las posibles acciones de compra las realicen a través de nuestro canal.
Y otro motivo, no menos importante, es que las redes sociales no son eternas. Puede parecer que Twitter o Facebook con bastiones inamovibles, pero también podía parecerlo en su día MySpace. O lo pudo parecer momentáneamente Google Plus. Y hemos visto caer a gigantes como Yahoo, o Terra en España. Tener nuestro contenido alojado en estas plataformas de terceros nos hace perder nuestro control sobre el material que creamos.
Personalmente llegó un día en el que me dí cuenta que tenia un perfil en Instagram con miles de seguidores y más de 3000 fotos publicadas a lo largo de 10 años. Y que no tenía control sobre ese album de recuerdos de mi vida, ni podía visualizarlo a mi antojo porque estaba supeditado al scroll y la velocidad de carga de la app de Instagram. Y mucho menos buscar una foto concreta.
Por ello es importante que nuestro contenido sea nuestro. Para asegurarnos su supervivencia en el tiempo y además poder consumirlo o mostrarlo en la forma que a nosotros nos parezca más adecuada.
Reevaluando la necesidad de nuestra propia página web
Uniendo los conceptos de que las redes sociales no son eternas y que tenemos el derecho y la necesidad de guardar y mostrar nuestro contenido a nuestra forma, concluimos que necesitamos un espacio propio en Internet.
Contar con nuestra propia página web es imprescindible para nuestro negocio. E incluso me atrevería a decir que para cualquier individuo que tenga cierto nivel de actividad en Internet.
Cada negocio podrá establecer sus necesidades mínimas a cubrir, pero siempre teniendo en mente que su sitio web será su repositorio de información escrita y multimedia. Deberá ser la referencia de información y de contacto para sus clientes. Y deberá adecuarse a la imagen que quiere transmitir.
Durante un período la frontera entre la página web corporativa y las redes sociales había quedado un poco difusa. Pero su evolución nos deja claro que el foco de nuestros esfuerzos debe estar en nuestro propio sitio web. Y las redes sociales deben servir únicamente para difundir contenido y atraer visualizaciones y enlaces hacia nuestro sitio. No al revés.